Sinopsis:
¿Estás listo para combinar ingredientes mágicos y lanzar poderosas maldiciones sobre tus oponentes? ¡Hazlos caminar a la pata coja, gruñir como un cerdito o canturrear una melodía! Quien prevalezca, deberá soportar maldiciones lanzadas por sus oponentes y no demostrar clemencia con ellos. ¿Eres lo suficientemente valiente para aceptar el reto? Advertencia, te puedes reír hasta llorar.
¿Cómo se juega?
Cada jugador, de 3 a 6, empieza con dos cartas de Maldición y su ficha en la primera casilla del marcador de puntos. El juego consiste en
Para maldecir a alguien, deberás tirar los dados y conseguir la combinación de elementos necesarios, indicados en cada carta, para poder jugar esa maldición. Puedes descartar un dado para volver a tirar los dados si el resultado no es el deseado, tantas veces como dados te queden o necesites. Si consigues la combinación, juegas la carta y decides a quien maldices: para ello, colocarás la carta frente a ti pero apuntando en dirección a la persona objetivo y, además, te llevarás los puntos que otorga. A partir de este momento, esa persona deberá llevar a cabo la acción descrita en la carta cada vez que sea su turno. Si no lo hace (porque no quiere o se le olvida) perderá puntos, también indicados en la misma carta, y esa maldición se descartará.
Otra de las acciones que puede hacer un jugador es descartar dos dados para comprar una carta. La carta que pueden comprar puede ser la de Maldición, que son las que hemos descrito anteriormente, o las de Objeto, las cuales proporcionan alguna acción especial y se pueden jugar en diferentes momentos de la partida.
Como hemos dicho, el objetivo es llegar a ser el primero en puntuar el máximo, pero el avance en el marcador no será fácil. Hay unas ciertas casillas, marcadas con una calavera, que otorgan, en cuanto caes en ellas o las sobrepasas, una Maldición Permanente a uno mismo. Son las cartas rojas y éstas deben colocarse enfrente de uno mismo y hay que cumplirlas en el momento indicado del turno. Si el jugador no lo hace, sufrirá una penalización pero no se descartará la maldición (por algo se llaman "permanente").
Todos en sus posiciones para empezar la magia:
Ejemplos de Maldiciones. De arriba a abajo: puntos que pierde el jugador objetivo si no realiza la acción; descripción de la Maldición; combinación de elementos; y puntos que se obtienen al maldecir:
Conjurando los elementos:
Maldición jugada a un contrincante y Maldición Permanente:
Para jugar a esto lo único que necesitas es tener ganas de reír y no tener vergüenza porque vas a pasarte la siguiente media hora gritando como si ardieras, con los dedos cruzados o con la cabeza encima de la mesa a la vez que roncas como un cerdito, entre otras cosas. Como habéis visto, las mecánicas son super sencillas y sin ningún misterio, así que, después de una explicación de unos cinco minutos como máximo ya se puede empezar.
Un juego de puteo en el que la gracia es hacer todos el tonto y que se repartan las maldiciones (además de que hay algunas que pueden ser incompatibles entre ellas), pero nada impide que se ceben en una persona en particular, ni siquiera la Carta de Objetivo (una de color negro con una diana) que sirve para indicar quien ha sido la última persona maldecida para que no vuelva a serlo de forma seguida. Exacto, sé lo que estáis pensando: maldecís a otro y el siguiente vuelve a maldecir al primero, por eso digo que no hay nada que lo impida (a excepción del fairplay o el grado de amistad que os estéis jugando).
Los componentes son correctos y hay que recalcar el que la misma caja sea el marcador de puntos y que el indicador de jugador activo sea un muñeco vudú (de los que se pusieron tan de moda hace unos años) el cuál, además, puede formar parte de alguna de las acciones a realizar por las maldiciones.
Las ilustraciones de Guido Favaro son simpáticas y relacionadas con la temática y los nombres de las maldiciones y objetos son muy divertidos.
En general y resumiendo, es un juego divertido, ágil y que llenará los ratos muertos entre juego y juego. Para buscarle una pega, quizá hay pocas Maldiciones Permanentes (llegó un momento en que un jugador sobrepasó la tercera calavera del marcador y ya no había cartas disponibles) y se podrían añadir unas pocas, ya no sólo por si ocurre lo que nos ocurrió a nosotros (que, como son 11 puntos el total a conseguir el juego no se puede alargar en demasía) sino para darle un poco de variabilidad y no siempre haya que hacer las mismas acciones (pocas maldiciones nos quedaron por revelar).